Del Pisuerga al Carrión por el Camino de Santiago (Palencia)

Monumento a la memoria de Pablo Payo, Mesonero mayor del Camino de Santiago a la puerta del restaurante que regentó y ante la iglesia de Santa María la Blanca. Villalcázar de Sirga. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Monumento a la memoria de Pablo Payo, Mesonero mayor del Camino de Santiago a la puerta del restaurante que regentó y ante la iglesia de Santa María la Blanca. Villalcázar de Sirga. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Entre los ríos Pisuerga y Carrión, siguiendo el Camino de Santiago a su paso por la provincia de Palencia, encontramos un reguero de monumentos y rincones con mucho interés. En este viaje nos detenemos en cuatro localidades donde la parada es, casi, obligatoria: Boadilla del Camino, Frómista, Villalcázar de Sirga y Carrión de los Condes.

 

De puente a puente: peregrinos, templos y milagros entre el Pisuerga y el Carrión

 

© Texto, fotografías y vídeo: JAVIERPRIETO GALLEGO

 

Los ríos Pisuerga y Carrión a su paso por Palencia aparecen unidos por otro que no lleva agua: el del desfile de peregrinos que, gota a gota, paso a paso, caminan y pedalean siempre hacia poniente. El Camino de Santiago atraviesa la provincia de este a oeste trazando una raya sobre el terreno que es, también, como una aguja que fuera insertando perlitas para elaborar el collar de los asombros. Un collar en el que entrara de todo: leyendas, verdades y mentiras, obras de arte geniales, enigmáticas, secretas, cultas y plebeyas, toscas, paisajes para enamorarse y duras planicies, riberas benditas, energías telúricas y ampollas, muchas ampollas.

Vídeo del reportaje «Del Pisuerga al Carrión por el Camino de Santiago» © Javier Prieto Gallego

Seguir ese río de espiritualidad -también puede que la mejor campaña de marketing turístico jamás montada- o, simplemente sentarse a verlo pasar, es, de por sí, una actividad llena de alicientes. El discurrir de los siglos se mide, en este caso, por toneladas ingentes de obras de arte, de edificios que tienen que ver con el Camino porque sin él no existirían, de lugares tan especiales que levantan cada año de su asiento a miles y miles de personas de todo el mundo para venir a disfrutarlos. Y casi todos a pie. Otro milagro más del Camino si se tiene en cuenta que vivimos en un mundo en el que cada vez se anda menos, todo se encuentra en Internety la gente ya no cree en los milagros.

Ese camino de caminos entra en la provincia de Palencia saltando las aguas del río Pisuerga por el puente de Itero de la Vega  -“Pons Fitere supra Pisorga Flumen», reza el Calixtino-, un puente medieval del que existen noticias desde mediados del siglo XII porque era el único por el que los peregrinos podían pasar el Pisuerga sin desviarse arriba o abajo. En su entorno más inmediato existieron en el pasado numerosas construcciones: un molino bajo sus arcos, aceñas, presas de retención, un hospital y una población, en la orilla izquierda, conocida como Puente Fitero. De la población no queda nada, salvo la ermita que hace ahora el papel de albergue de peregrinos. Otra ermita, la de la Piedad, recibe a los peregrinos en Itero de la Vega, donde también les aguarda un rollo jurisdiccional de categoría y el notable templo parroquial de San Pedro.

Dos peregrinos descansan en el Puente de Fitero, sobre el río Pisuerga. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Dos peregrinos descansan en el Puente de Fitero, sobre el río Pisuerga. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

 Claro que en este viaje interfluvial -de río a río y de puente a puente- no hay iglesia pequeña, son «las catedrales de Tierra de Campos«, moles levantadas a mayor gloria de Dios y ejemplos de la desmesura con la que los hombres, sobre todo en los siglos XVI y XVII, querían acercarse a él como fuera.

En Boadilla del Camino encontramos el siguiente ejemplo, La Asunción, del XVI, con un interesante retablo renacentista y una pila bautismal románica. Pero los peregrinos, que llegan con la sofoquina que da caminar entre trigales sin sombra, solo tienen ojos para otra desmesura: la del rollo jurisdiccional gótico que se alza junto al templo. Muchos de ellos desconocen qué pinta esa columna huérfana ahí, pero todos se quedan embobados durante un rato hechizados por la belleza de unas filigranas entre las que abundan las vieiras, que tan bien conocen.

El Camino de Santiago a su paso por Palencia cerca de Puente Fitero. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
El Camino de Santiago a su paso por Palencia cerca de Puente Fitero. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Más trigales y campos despejados es lo que les aguarda mientras avanzan hacia Frómista, una pequeña penitencia que han de pagar antes de alcanzar una de las perlas destacadas del collar. Y lo es -perla- casi desde el mismo momento en el que el Camino comenzó a andarse. Su iglesia de San Martín tiene gran parte de la culpa: es uno de los monumentos románicos más emblemáticos del Camino de Santiago. Y tiene que ver con uno de los varios «milagros» que se relacionan con Frómista. En San Martín, el milagro fue que esta joya no acabara desapareciendo a finales del siglo XIX. Una maqueta que se exhibe en su interior muestra claramente cómo se encontraba antes de una restauración que nunca ha estado exenta de polémica. La iglesia suele ser lo último en sucumbir de los monasterios y así es en este caso, dado que en realidad formaba parte de un monasterio mandado construir por doña Mayor de Castilla en el siglo XI.

Iglesia de San Martín. Templo románico. Siglo XI. Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Iglesia de San Martín. Templo románico. Siglo XI. Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

San Martín es un monumento descarnado, de paredes limpias, desprovistas de retablos y distracciones. A cambio, sus capiteles lo cuentan todo. Y lo que no, queda en manos de los 309 canecillos que adornan los aleros de los tejados y las portadas. Claro que otra cosa es descifrarlos. El hombre medieval, para quienes fueron hechos, los entendían, conocían su significado y se mondaban de risa o se morían de miedo. Ahora cuesta más. Incluso pueden parecer de mal gusto: durante su restauración, a principios del siglo XX, algunos fueron retirados por procaces y atrevidos.

Tablas del retablo de Santa María exhibidas en el museo de la iglesia de San Pedro. Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Tablas del retablo de Santa María exhibidas en el museo de la iglesia de San Pedro. Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Para saber de otros dos milagros más que tienen que ver con Frómista hay que ir a la iglesia de San Pedro. En su museo conservan «la patena y la estola del milagro», que debió de acontecer «de verdad» en el siglo XV, tal como recoge aquí la tradición. Otro milagro, no menos llamativo, fue el retorno a la localidad de las 12 tablas de estilo hispano-flamenco robadas en 1982 por Erik el Belga que formaban parte del retablo de la iglesia de Santa María del Castillo, de donde las sacó para llevárselas en un camión. Por suerte, ahora cuelgan en el museo junto a las demás.

Grupo de esclusas del Canal de Castilla en Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Grupo de esclusas del Canal de Castilla en Frómista. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

El último de los milagros que tiene que ver con Frómista -que sepamos, hasta ahora- se llama Canal de Castilla y tiene a su paso por la localidad uno de los conjuntos de esclusas más bellas de todo su trazado. Aquí el milagro fue hacerlo existir a pesar de todo. Aunque se tardara cien años. Pero aún la visita a Frómista no ha terminado: en la lista queda el museo etnográfico que hay junto a San Pedro -colección y recreación de un mundo rural que ya ha dejado de existir- y Vestigia las proyecciones multimedia que tienen lugar en la iglesia de Santa María del Castillo.

Claro que para milagros, los de la Virgen Blanca de Villalcázar de Sirga. Alfonso X el Sabio los puso por escrito en sus Cantigas con tal éxito de público y crítica que logró, incluso, modificar el propio trazado del Camino de Santiago: enganchados por el relato, muchos peregrinos dejaron de pasar por Arconada, un poco más al norte, para ir a rezarle directamente a la Virgen que enamorara al rey Sabio.

Piezas en el Museo de la iglesia de Santiago. Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Piezas en el Museo de la iglesia de Santiago. Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

La iglesia de Villalcázar es otra de esas catedrales en mitad de los campos. Antes fue también castillo -alcázar- de una bailía templaria. Por eso su visita discurre siempre entre el halo mistérico que emana de todo lo relacionado con los monjes-soldado y el asombro de descubrir cuánta belleza es capaz de generar el hombre en el camino de su fe. Por fuera, su doble portada meridional es un derroche de figuras entre las que se localiza, en el friso inferior, la Virgen Blanca adorada por varios reyes, entre ellos, postrado, el propio Alfonso X.  Dentro, en su capilla de Santiago, a la luz de un gran rosetón, se hallan los sepulcros del infante don Felipe, hermano de Alfonso X e hijo de Fernando III el Santo, y de su segunda esposa doña Leonor Ruiz de Castro. Ambos del siglo XIII y ambos decorados con profusión iconográfica en la que se ven representados, cual fotografía en piedra, escenas de duelo, de entierro, de funeral… Un tercer sepulcro pertenece a Juan Pérez, al parecer importante caballero templario. En la capilla se encuentra -sin mano y sujetando a su Niño sin cabeza- la tan loada imagen en piedra polícroma de La Blanca. Mucho interés tiene también el retablo Mayor, elaborado en varias etapas, con pinturas renacentistas de estilo hispano-flamenco.

Ventana del Real monasterio de Santa Clara. Siglo XIII.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Ventana del Real monasterio de Santa Clara. Siglo XIII.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Y alcanzamos, por fin, las orillas del Carrión, final de nuestra escueta pero intensa peregrinación. Al entrar a Carrión de los Condes se pasa junto a uno de los monasterios más antiguos de clarisas en España. A su interesante museo, que contiene grandes artesonados mudéjares y una talla flamenca del siglo XV, entre muchas otras obras, se accede desde el recoleto Patio de las Claras. La iglesia conventual  cuenta con una magnífica talla de La Piedad, de Gregorio Fernández, y un Cristo crucificado posiblemente del mismo autor. Destaca el retablo mayor, la sillería del coro y un valioso frontal realizado con azulejos de Talavera. Camino adelante quedan: la iglesia de Santa María, románica de finales del siglo XI, con un friso de la adoración de los Reyes Magos y capiteles de enorme belleza; y, sobre todo, la de Santiago, con una de las fachadas más famosas del Camino gracias a un impresionante friso presidido por un Cristo de Majestad bellamente tallado. Su interior está acondicionado como museo de arte sacro. El callejón contiguo conduce hasta la Oficina de Turismo y el Museo de Arte Contemporáneo.

Claustro plateresco del Real Monasterio de San Zoilo.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Claustro plateresco del Real Monasterio de San Zoilo.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Del otro lado del puente sobre el Carrión, otro monasterio se encarga de dar el hasta luego a los peregrinos: San Zoilo, aunque lo que más apetece, después de echar un vistazo al confort de sus habitaciones, es aplazar la peregrinación sine die. Cuando la Corte de Castilla residía en Carrión de los Condes este monasterio de benedictinos, posteriormente de cluniacenses y finalmente de jesuitas, fue aposento de reyes y refugio y hospital de peregrinos. Su claustro, uno de los más valiosos del Renacimiento español y última gran obra benedictina en toda Europa, presenta una valiosa iconografía con abundantes relieves y representaciones bíblicas. Tantas que en las esculturas del claustro los monjes tenían representada la Biblia casi al completo. Y aún así les quedo hueco para colocar una colección de 230 medallones con los personajes que componen las genealogías de Cristo y de San Benito. En el fondo, toda una lección de cómo aprovechar bien el tiempo y el espacio.

Claustro plateresco del Real Monasterio de San Zoilo.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Claustro plateresco del Real Monasterio de San Zoilo.Carrión de los Condes. El Camino de Santiago a su paso por Palencia. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

INFORMACIÓN. Frómista. Web, fromista.es. Oficina de Turismo, tel. 979 81 01 28. Carrión de los Condes. Web, carriondeloscondes.es. Oficina de Turismo, tel. 979 88 09 32.


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Así lo publicó EL NORTE DE CASTILLA 

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2 Comments

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  1. says: Miguel

    Yo también he sido peregrino en el Camino de Santiago y tu reportaje me ha gustado especialmente. Es más, ya solamente el título me hizo recordad esas interpretaciones exotéricas sobre el camino y el juego de la Oca, concretamente aquello de: «De puente a puente y tiro porque me lleva la corriente».