Qué ver en El Burgo de Osma (Soria)

Plaza de la Catedral. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Te invito a un paseo por El Burgo de Osma (Soria), una ciudad que, como un animal mastodóntico, ha ido cambiado de lugar hasta llegar donde está.

EL BURGO DE OSMA

Tradición episcopal

© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO

Prueba de que algunas ciudades tienen pies y se desplazan con el tiempo es que El Burgo de Osma no está donde nació. Como un animal prehistórico, puede que moviendo sus patitas al ritmo de un ciempiés, pasó de los altos riscos de la paramera a la vega fresca del Ucero buscando la conveniencia de quien la fue habitando en cada momento. Y al tiempo que sus cimientos, cambió también su cascarón hasta que la crisálida quedó convertida en la hermosura que es hoy, un recinto de aires medievales construido a la medida de tantas generaciones de obispos como pilotes sujetan sus vetustos soportales. O casi.

Puente medieval, castillo y río Ucero a su paso por Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Puente medieval, castillo y río Ucero a su paso por Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Por eso, quien busque los antecedentes más lejanos de esta bella población soriana tiene que empezar subiendo a las alturas alomadas del cerro del Castro donde las tribus celtíberas de la Segunda Edad del Hierro asentaron la población de Uxama. De aquel asentamiento han quedado, sobre todo, dos necrópolis de incineración, varios centenares de tumbas y una habitación semirrupestre. El paso de los siglos y la conquista romana hicieron de Uxama Argaela una de las ciudades hispano-romanas más importantes del norte peninsular. A mediados del siglo I la ciudad conoció una notable expansión y un primer impulso de mudar el solar que fructificó en el nacimiento de un probable barrio artesanal en las orillas del Ucero que, con el tiempo, acabaría generando la actual población de Osma. Pero aún faltarían varios siglos para que aquella Uxama, convertida ya en asentamiento visigodo a orillas del río, apareciera mencionada como sede episcopal. La invasión islámica produjo en el siglo VIII una espantada general que dejó desierta la población y a los obispos de Uxama refugiados en las montañas de Liébana a la espera de tiempos mejores para la propagación de su fe.

Los soportales, los dientes de su muralla y la mole de su catedral conforman el perfil de una ciudad que se fue haciendo al dictado de sus obispos.

UXAMA

Hoy la visita al yacimiento, que puede realizarse por libre, arranca del Centro de Visitantes para detenerse en los restos de la cisterna romana que sirvió para abastecer de agua a la populosa población que un día lejano habitó estos yermos. El depósito, de hormigón, con una capacidad de 300 m³ se complementaba con infraestructuras tales como otras pequeñas cisternas distribuidas en diferentes zonas de la ciudad y un acueducto que traía agua desde la localidad de Ucero, situada 18 km al norte. En el camino hacia la atalaya musulmana que sobresale sobre un espigón rocoso, todavía se aprecian los restos de una terraza artificial porticada, sobre la que es muy probable que se elevara un templo de culto imperial y, algo más allá, una rotonda de hormigón que también es probable que sirviera de sustento a un edificio semicircular con columnas. Acotada por una verja queda la excavación de una gran vivienda de época romana conocida como la Casa de los Plintos. Construida en época romana aprovechando un conjunto de habitáculos rupestres que sirvieron también de vivienda en época celtíbera y decorada en su interior por bellos murales al fresco, se edificó en época del emperador Claudio, entre el 41 y el 54 d.C., y estuvo habitada hasta bien entrado el siglo III.

Atalaya musulmana del siglo X y ruinas del castillo de Osma. Ciudad celtíbero romana de Uxama. Cerca de El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Atalaya musulmana del siglo X y ruinas del castillo de Osma. Ciudad celtíbero romana de Uxama. Cerca de El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Por último, el elemento más llamativo del yacimiento es de época muy posterior: la torre cilíndrica construida durante el dominio musulmán como parte del sistema defensivo que intentó blindar la línea del Duero ante el impulso repoblador cristiano. Los cimientos de la atalaya, que tiene comunicación visual con la fortaleza califal de Gormaz, cuya silueta impresionante se divisa perfectamente en la distancia, descansan sobre una casa hispano-romana de los siglos I y II. También es el sitio perfecto para contemplar la ciudad de El Burgo desde lo alto y comprender mejor el viaje que emprendió hasta extenderse por las vegas de la orilla izquierda del Ucero. Hoy las piedras de esta torre miran de tú a tú a las del viejo castillo asentado sobre la ladera opuesta -no en vano muchas de ellas proceden de la vieja ciudad romana- y cuya existencia se rastrea ya en época de ocupación musulmana. También se sabe que tras la muerte de Almanzor, en el año 1002, el castillo de Osma pasó a manos cristianas para emprender una larga etapa en la que tendría un papel destacado en el juego de rivalidades nobiliarias, episcopales y disputas de poder.

EL BURGO DE OSMA

Y es pasada la época de ocupación musulmana, tras la toma de Toledo, cuando el impulso repoblador auspiciado por Alfonso VI a partir del año 1088 propicia el regreso del obispo de Osma a una sede que había permanecido huérfana durante 400 años. El encargado de organizarla fue el monje francés cluniacense Pedro de Bourges, a la postre elevado a los altares como san Pedro de Osma. También el principal responsable de que la ciudad quedara donde hoy está. El motivo no está claro, aunque pudo darse una doble circunstancia. Por una parte los celos territoriales del entonces señor de Osma, el conde de Lara, que no vería con buena cara la llegada del prelado, y por otra, la afinidad con los monjes, también cluniacenses, del pequeño monasterio de San Miguel ubicado en las vegas interfluviales que abrazan los ríos Abión y Ucero, en la margen izquierda de este último, más o menos donde hoy se eleva la catedral. Sea como fuere, el resultado es que este fue el lugar elegido por Pedro de Osma para elevar la nueve sede de su episcopado, la catedral románica en torno a la que se iría generando un nuevo barrio cuya importancia y dimensiones acabarían por conformar la ciudad actual.

Murallas y Puerta de San Miguel. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Murallas y Puerta de San Miguel. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Una ciudad a la que puede entrarse por muchos caminos, aunque es posible que uno de los más recomendables sea el que pasa por su puerta de San Miguel, la única que ha perdurado de su muralla medieval. Así, de una tacada, se disfrutan varias de sus señas de identidad. La muralla, levantada por el obispo Montoya en 1458 y que por esta cara ofrece su mejor perfil, el puente sobre el Ucero y el largo paseo fluvial que acompaña el paso del río por el desfiladero que se abre a continuación, y la torre catedralicia, construida en 1767 tras la caída de otra anterior que se estaba levantado.

Del otro lado de la muralla queda el remanso de su plaza catedralicia, formada por varios espacios como una antesala que prepara para el gran banquete que es la visita a la seo. Es el corro que fueron configurando las viviendas de las dignidades más allegadas al Cabildo y que hoy lucen remozadas sobre los espléndidos soportales que tanta personalidad aportan al trazado urbano de la ciudad.

Sala capitular con el Sepulcro de san Pedro de Osma. Catedral. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Sala capitular con el Sepulcro de san Pedro de Osma. Catedral. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

La mejor forma de apreciar el largo recorrido histórico y artístico que atesora la catedral es hacerlo al rebufo de alguna de las visitas guiadas que rulan de continuo por su interior. Es la mejor forma de digerir el pasmo que produce la belleza de un sepulcro como el de san Pedro de Osma, joya en piedra policromada que hoy descansa en el único espacio románico que ha perdurado de la catedral que levantó el propio Pedro de Bourges, la sala capitular, pero que durante mucho tiempo estuvo arrinconado tras un altar. O de fijarse con el detenimiento que merece en el Cristo del Milagro, la talla más antigua de cuantas atesora la seo. Pero sus rincones para el asombro son incontables y compiten entre sí: el retablo mayor de Juan de Juni, Juan Picardo y Pedro Andrés; el Cristo resucitado, de Juan de Juni; la Virgen del Espino; el retablo del trascoro; el retablo de San Ildefonso, obra cumbre del Maestro de Osma; el púlpito de la nave central; la capilla de San Pedro; la sacristía o el propio pórtico de entrada son sólo algunos de ellos. Porque también están su claustro y las capillas que en él conforman un museo repleto de piezas. De todas ellas, la más famosa es la reproducción facsímil del mapamundi perteneciente al códice del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana que se conserva en otras dependencias de la catedral.

Plaza Mayor. Ayuntamiento de El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Plaza Mayor. Ayuntamiento de El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

La plaza de la Catedral ejerció de plaza Mayor hasta que las presiones del cabildo fueron lo suficientemente intensas como para forzar la traza de una nueva: los jolgorios, festejos y ajetreos propios del encuentro vecinal y las celebraciones municipales casaban mal con el recato que los prelados querían en torno a la gran casa de Dios en la Tierra. Así que en el siglo XVIII, cuando la catedral tuvo necesidad de más espacio para añadir la capilla de Palafox y la sacristía, se logró un acuerdo para construir la actual plaza Mayor, en cuyo corro cuadrangular destacan los edificios del hospital de San Agustín, activo centro cultural en el que también se ubica la Oficina de Turismo y el Aula Arqueológica, y el del propio Ayuntamiento. Así, entre el corazón administrativo de la ciudad y el espiritual, quedó tendida una arteria con vida a cualquier hora del día, la calle Mayor, que enlaza una y otra plaza con su túnel de soportales y sus fachadas de ladrillo. A ella se asoma, casi a mitad de camino, la fachada del palacio episcopal.

Palacio Episcopal. calle Mayor. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Palacio Episcopal. calle Mayor. El Burgo de Osma. Soria. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

Pero la monumentalidad de El Burgo de Osma no para aquí. Aún ha de quedar tiempo para el curioseo por la universidad de Santa Catalina; el Real Hospicio; el Seminario Diocesano; el convento del Carmen; el Museo de la Fundación Blás-Villodres o la iglesia de Santa Cristina de Osma.

JORNADAS RITO GASTRONÓMICAS DE LA MATANZA

Más que un restaurante el Virrey Palafox es una auténtica institución de la gastronomía soriana. Sus más de cuarenta años de experiencia avalan una trayectoria que no se limita a servir comandas. Las Jornadas Rito-Gastronómicas de la Matanza, creadas en 1973 y que tienen lugar entre enero y abril, están declaradas fiesta de interés turístico nacional, por poner un ejemplo. En ellas se repite, a las puertas del restaurante, el rito ancestral del sacrificio del cerdo a la manera tradicional.[/column][column]Un ritual que se completa disfrutando una extensa carta que se renueva cada semana para combinar platos innovadores con los más tradicionales. Desde los mejores mariscos del Cantábrico, entrantes y tapas innovadoras a las especialidades micológicas sorianas, estupendas verduras y hortalizas, pasando por las legumbres y carnes castellanas o los postres más imaginativos y variados. (El Burgo de Osma. virreypalafox.com)

EN MARCHA. El Burgo de Osma está en la N-122 a 62 km de Aranda de Duero y 58 de Soria.
INFORMACIÓN Y HORARIOS.  burgodeosma.com. Oficina de Turismo. Miércoles-domingo y festivo, 10.00-14.00 y 16.00-19.00 horas. En verano está abierta todos los días. Tel. 975 36 01 16. Catedral. Horario de verano: martes-domingo, 10.30-13.30 y 16.00-19.30 horas.


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