Seis ideas para disfrutar en el puente de mayo

Encinas y flores en el camino hacia la fábrica de harinas de la localidad de Gema de Yeltes. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Encinas y flores en el camino hacia la fábrica de harinas de la localidad de Gema de Yeltes. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Seis ideas para disfrutar de una escapada primaveral llena de senderos, praderas en flor, cascadas o miradores de vértigo. Una buena oportunidad para descubrir nuevos rincones de Castilla y León o Extremadura.

MENÚ DE PRIMAVERA 

Seis ideas para disfrutar en el puente de mayo

© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO

Con la primavera recién estrenada son muchos los lugares que se muestran en un momento ideal para el disfrute. El campo comienza a desperezarse del letargo invernal y, con una poco de suerte, a primeros de mayo las praderas se habrán convertido en auténticas alfombras de lujo, con todo su catálogo floral al descubierto. Es el mejor momento, por ejemplo, para senderear por las dehesas o buscar cascadas hasta las que llegue el agua de los deshielos o chaparrones primaverales. Es, también, un buen momento para una rápida escapada a ese monumento que tenemos apuntado en la libreta desde hace tiempo o ese pueblo con encanto que nos han recomendado. ¡Buen provecho y feliz puente!


01- EL MOLINO DE GEMA. Tres bellos kilómetros entre dehesas separan la localidad salmantina de Gema de un molino harinero junto al Huebra, a punto de venirse al suelo para siempre. En su momento fue el orgullo de toda la zona. Tres plantas y un equipamiento de última generación movido por las aguas del río, primero, y de la electricidad, después. Tanta era su actividad que a su alrededor creció un pequeño poblado en el que se localizaban las viviendas de los capataces y obreros. Hoy todo aquello es un cúmulo de ruinas -con el poder de evocación de las mejores ruinas, las vividas- hasta las que merece la pena pasear por varios motivos: uno, por saciar la curiosidad de quien guste descubrir cómo era la vida cotidiana en otros tiempos; otro, porque el rincón del río en el que se levanta el molino es, pasados su época de esplendor y ajetreos fabriles, un remanso de paz con alto valor ecológico frecuentado, incluso, hasta por la esquiva cigüeña negra. 

Ecina centenaria cerca de la localidad de Gema de Yeltes. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Ecina centenaria cerca de la localidad de Gema de Yeltes. Salamanca. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego

El paseo hasta el molino puede comenzarse en Yecla de Yeltes, donde existe un panel informativo y una flecha que encamina los primeros pasos hasta enlazar con la carretera que lleva a Gema en tres kilómetros. Pero también puede empezarse en Gema y recorrer desde aquí los tres kilómetros que llevan hasta la fábrica de harinas. Aunque se ven restos de una antigua señalización, con balizas verdes y blancas, esta no aparece en todos los cruces. De todas formas, hay que seguir siempre el camino más ancho y marcado. Incluso hay tramos en los que aún perduran restos del empedrado que permitía el tránsito de carros cargados sin que se atoraran en el barro. Desde Gema son tres kilómetros muy fáciles, sin desniveles, que pueden recorrerse con niños en algo más de media hora atravesando un hermoso paisaje adehesado. La vuelta se realiza por el mismo camino.

02- CASCADA DEL CAOZO. Un viaje al valle del Jerte no tiene porque ser solo para disfrutar de los cerezos en flor, aunque también. Es más, el Jerte cuenta con un elevado número de propuestas senderistas perfectas para disfrutar en cualquier época del año. En primavera, por ejemplo, la cascada del Caozo puede ser una excelente opción. Se localiza en los alrededores de Valdastillas y, aunque puede llegarse en cinco minutos andando desde donde se dejan los vehículos, en la carretera que une Valdastillas y Piornal, mucho más recomendable es hacerse el sendero señalizado SL-CC32. Son 7 kilómetros de recorrido circular que pueden andarse en unas tres horas. El paseo parte de la localidad de Valdastillas, al final de la calle Piscina, para dirigirse hacia la garganta Bonal y remontar hacia la cascada entre bancales de olivo y cerezos. El regreso se hace por la otra orilla.

Cascada del Caozo. Valdastillas. Valle del Jerte. Fiesta del Cerezo. Extremadura. España. © Javier Prieto Gallego
Cascada del Caozo. Valdastillas. Valle del Jerte. Extremadura. España. © Javier Prieto Gallego

 
03- ROBLE DE LA SOLANA. Antes de alcanzar la localidad cacereña de Barrado, que se localiza a caballo de los valles del Jerte y La Vera, aparece, en lo alto del puerto del Rabanillo, la pista forestal señalizada que conduce hasta el roble de La Solana, uno de los árboles monumentales de Extremadura al que se le estiman una edad de 300 años y una altura de 20 metros. El primer kilómetro y medio discurre por el interior del robledal hasta alcanzar una cancela. Los tres kilómetros que restan hasta el árbol corren a media ladera brindando unas espectaculares vistas del valle donde se enclava Barrado. Ya en coche, la visita puede rematarse en Barrado. El encanto del casco urbano de esta localidad puede disfrutarse paseando por la calle Real, donde aún quedan varios ejemplos de arquitectura tradicional y algunos dinteles con curiosas inscripciones. Su iglesia de San Sebastián es del XVII. En la periferia quedan la ermita del Cristo, de estilo mudéjar, y la del Viso. Al norte de la población, sobre el arroyo del Obispo, puede visitarse a pie el paraje natural de Las Camellas.

Árbol Singular de La Solana. Roble de unos 300 años de edad. Localidad de Barrado. Valle del Jerte. Fiesta del Cerezo. Extremadura. España © Javier Prieto Gallego;
Árbol Singular de La Solana. Roble de unos 300 años de edad. Localidad de Barrado. Valle del Jerte. Fiesta del Cerezo. Extremadura. España © Javier Prieto Gallego;

 04- BALCONES AL DUERO. El último tramo del río Duero a su paso por la provincia salmantina es un acantilado continuo: kilómetros y kilómetros de precipicios sin fin que los consecutivos represamientos del río, al elevar su nivel, convirtieron en un río «sin orillas». Es decir, que ni las cabras se atreven a bajar a echar un trago. Antaño, antes de que se construyeran los embalses, al menos existían «pasos», estrechas riberas por las que, mal que bien, se desenvolvía la economía del estraperlo. Pero desde que los embalses elevaron el nivel del agua encañonando el río, asomarse a los precipicios por las bravas para contemplar su tránsito es una actividad de alto riesgo. Por suerte, quien quiera saciar su curiosidad y disfrutar de un espectáculo paisajístico sin igual tiene un rosario de miradores acondicionados en lugar «ad hoc» para este propósito que, además de permitir asomarse sin peligro, instruyen a través de carteles sobre los usos que los hombres dieron al río en esos lugares en otras épocas. 

Puede empezarse, por ejemplo, en Vilvestre, localidad famosa por su rollo jurisdiccional de filigranas góticas. En la subida hacia el castillo una calle encarrila hacia El Reventón de la Barca, un mirador de nueva construcción en el que se aprende sobre la importancia de las barcas para comunicar, en tiempos ya lejanos, ambas orillas. Saucelle tiene también su salto de agua y su larga ristra de miradores. Al de Las Janas se llega siguiendo las indicaciones en la salida hacia Portugal. Algo más abajo se localiza el mirador del Salto. La conexión entre Saucelle e Hinojosa de Duero por la SA-330 es de las que quedan grabadas en la memoria: curvas y contracurvas sortean los abismos inesperados por los que se hunde, en esta ocasión, el río Huebra. Sin quitamiedos que estorben la vista sobre las profundidades ni amortigüen el más mínimo despiste, la carretera, bordeada de chumberas y rocas desprendidas de las alturas, esquiva precipicio tras precipicio hasta alcanzar las honduras del puente del Puerto de la Molinera. Después acomete la corta remontada que lleva hasta el mirador que se asoma al chorro desbocado del Cachón de Camaces

Muy cerca de Hinojosa, pero en la carretera que baja hacia el salto de Saucelle, se localiza el mirador del Contrabando, con catalejo incluido para atisbar los recovecos por los que se desarrollaba esta práctica, común en el pasado a toda la franja fronteriza hispano portuguesa. Por muy harto que se esté de curvas y balcones no debería pasarse por alto –nunca mejor dicho- el mirador de Mafeito. Hasta él acerca una pista de tierra que arranca de la carretera que enlaza La Fregeneda con Portugal. En pocos lugares se aprecia mejor el mosaico de bancales, ordenados olivares y viñedos que se descuelgan por las abruptas laderas portuguesas. INFORMACIÓN. Parque natural Arribes del Duero: www.patrimonionatural.org. Diputación de Salamanca: www.lasalina.es/turismo.

El mirador de Mafeito se asoma a los últimos kilómetros del Duero antes de pasar a Portugal. Salamanca. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
El mirador de Mafeito se asoma a los últimos kilómetros del Duero antes de pasar a Portugal. Salamanca. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego


 05- LA SENDA DE LOS ALMENDROS. La floración del almendro es una de las señales más reconocibles para saber que el invierno ha llegado a su fin. En la provincia de Valladolid, un sendero señalizado dentro del único espacio natural protegido de esta provincia, lleva este nombre: la Senda de los Almendros. Es fácil de hacer y cuenta con el atractivo añadido de que arranca y regresa a la Casa del Parque, con lo que el paseo puede complementarse con una didáctica visita al centro. Desde él, además, es posible observar con prismáticos la ajetreada actividad ornitológica que pulula junto a las riberas del Duero a su paso por la localidad de Castronuño. Tiene una longitud de unos 4 km que pueden hacerse en unas dos horas, escasa dificultad y un par de repechos cortos pero algo fuertes. Comparte señalización con el GR.14 hasta alcanzar el arroyo Mucientes. INFORMACIÓN. Casa de la Reserva Natural de Castronuño-Vega del Duero, tel. 983 86 62 15.

La senda pasa junto a varios cultivos de almendros en los alrededores de Castronuño. Senda de los Almendros. Reserva natural Riberas de Castronuño-Vega del Duero. Localidad de Castronuño. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego
Senda de los Almendros. Reserva natural Riberas de Castronuño-Vega del Duero. Localidad de Castronuño. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego


06- MONASTERIO DE EL PALANCAR. En las guías aparece como “el monasterio más pequeño del mundo” pero, si no lo es, poco le falta: todo el convento, con sus celdas, cocina, iglesia y hasta claustro caben en 72 metros cuadrados; todo un ejemplo de organización y maneras. Una de las primeras obras fundacionales del asceta san Pedro de Alcántara pone las pautas de lo que sería la reforma franciscana. Tal como él mismo dejó escrito, el Conventito, como también se conoce, está hecho “con materiales sencillos, piedra sin labrar y madera tosca y sin cepillar”. Las dimensiones de las celdas son las justas para que una persona tumbada pueda dormir sobre la piedra. Más asombra aún, si cabe, la propia celda del santo: el hueco de una escalera de apenas un metro de alto por tres de ancho. Ahí se introducía cada noche un hombre de 1’90 metros de altura para descansar dos horas y media sentado, apoyando la cabeza en un trozo de madera. INFORMACIÓN. Convento de El Palancar: tel. 927 19 20 23. Se visita por turnos cada 45 minutos.

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