La Real Casa de Moneda de Segovia

Ruedas hidráulicas que movían el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Ruedas hidráulicas que movían el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
La Real Casa de Moneda de Segovia fue una innovadora fábrica de acuñar monedas construida por deseo del rey Felipe II. Fue la instalación de este tipo más moderna en su momento y destacó por la elevada mecanización de todo el proceso, que consiguió aprovechando la energía hidráulica del río Eresma.

Contante y sonante

© Texto, vídeo y fotografías: Javier Prieto Gallego
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También es casualidad que, tras mucho pensárselo, Felipe II escogiese los terrenos de un antiguo molino junto al Eresma, situado a menos de 200 metros del monasterio jerónimo del Parral, para construir la fábrica de moneda más avanzada de Europa en su momento, el siglo XVI. No es que los monjes pusieran el grito en el cielo pero es seguro que en el susurro de sus oraciones tuvo que mezclarse en más de una ocasión el golpeteo persistente del mazo hidráulico que daba servicio a la fábrica. Mientras en una orilla del Eresma se afanaban en rezar por la salvación del mundo, de la otra salía sin cesar el dinero por el que muchos eran capaces de vender su alma al diablo.

Vídeo de la visita a la Real Fábrica de Moneda de Segovia.

Corría el tiempo en el que España se había convertido en la mayor potencia de Occidente. En su imperio no se ponía el sol pero el dinero con el que debía funcionar todavía se fabricaba a martillazos. El problema no era, como podía pensarse, que se tardara una eternidad en juntar un millón sino, más bien, que la imperfección del sistema dejaba mucho campo abierto a los defraudadores: desde la falsificación hasta el limado de los cantos con el que, gramito a gramito, se lograba apañar una fortuna.

Puerta de entrada a la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Puerta de entrada a la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

Así fue como Felipe II puso todo su empeño en encontrar un nuevo sistema que, además de ganar tiempo, supusiera un avance en la lucha contra el fraude. Y lo encontró en el Tirol gracias al empeño puesto por su primo, el Archiduque Fernando, en lo mismo. Allí ya llevaban algo avanzado este asunto gracias a los proyectos de varios inventores que, tras una larga sucesión de ensayos y errores, habían logrado poner en marcha en 1571, en el castillo de Hall, una Casa de Moneda movida por energía hidráulica que acuñaba a rodillo: un sistema revolucionario que ahorraba un montón de tiempo y personal, permitía una mayor calidad de las impresiones y eliminaba en buena medida la posibilidad de fraude.

Reconstrucción del torno y el martillete en el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Edificio de Máquinas. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Reconstrucción del torno y el martillete en el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Edificio de Máquinas. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

La historia de cómo llegaron a Segovia desde el Tirol «las 18 cargas» en las que venía despiezada la voluminosa maquinaria que debía de montarse de nuevo en Segovia, acompañada por los ocho especialistas austriacos encargados de hacerla funcionar -montadores, grabador, oficiales, acuñador…-, debidamente armados y en permanente guardia, da para una novela de las de Alatriste en las que no faltan tramas de intriga, espionaje industrial, un largo itinerario por tierra y mar lleno de contratiempos, y un responsable de la expedición que es enviado a galeras después de verse involucrado en un complot con intento de asesinato incluido.

Mazo hidráulico del taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Mazo hidráulico del taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

Cuando la expedición llegó finalmente a Segovia después de 8 meses de turbulento viaje, en junio de 1585, Juan de Herrera ya tiene listo el complejo de edificios que son necesarios para poner en marcha el nuevo sistema de fabricación. Comienza entonces la historia de la nueva Casa de Moneda de Segovia y ahora, para quien se acerque, la visita guiada por las distintas dependencias que conforman el que está considerado, tras su reciente restauración, el edificio del patrimonio industrial en pie más antiguo de España y uno de los más antiguos de Europa.

Todas estas explicaciones junto a la fuente del patio Alto son el prólogo que pone en situación al visitante: lo que se va a recorrer no son solo las entrañas de un complejo fabril que cambió para siempre la forma en la que se hacían las monedas es, también, una lección acerca del minucioso proceso que convertía el metal en dinero.

Ruedas hidráulicas que movían el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Ruedas hidráulicas que movían el taller de la herrería de la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

De acuerdo a las indicaciones dadas por los técnicos austríacos, especialmente en lo relativo al aprovechamiento hidráulico que era preciso para mover los diferentes ingenios que intervenían en el proceso, Juan de Herrera diseñó un conjunto de edificios de distribución perimetral, volcados hacia el interior y en torno a dos patios situados a diferentes alturas. La naturaleza de lo que allí se iba a fabricar exigía contar con las máximas medidas de seguridad: una sola puerta al exterior aseguraba un mejor control de todo cuanto entraba y salía. A falta de arcos de seguridad y rayos X, la balanza y el cacheo aseguraban que nadie saliera con un dinero de más que no fuera el de su sueldo. De hecho, el complejo funcionaba como una auténtica caja fuerte, como un microcosmos en el que los trabajadores vivían recluidos con sus familias, regían leyes propias y contaba con dos calabozos en los que acababa quien no sabía resistirse a la tentación de meter mano en una caja que, vista desde dentro, parecía no tener fondo.

En la parte baja del complejo, junto al río, quedó ubicado el Edificio de Máquinas, una nave destinada a albergar los ingenios que aprovechaban la fuerza del río Eresma para realizar los distintos procesos, particularmente los de la laminación del metal, para conseguir dar a las monedas el grosor adecuado, y acuñación, con el que se grababan las monedas por ambas caras de una sola pasada. Por la parte exterior de este edificio corre el canal que toma las aguas del Eresma para mover las ruedas de madera que, a su vez, transmitían el movimiento a la maquinaria instalada en el interior de la nave. Para la construcción del canal fue necesario remodelar el azud que daba servicio al molino existente con anterioridad en ese mismo lugar. El canal llegó a albergar hasta diez ruedas hidráulicas: tres para la herrería -fuelle, mazo y torno-, cinco para sendas máquinas laminadoras y dos para las de laminar. Uno de los mayores atractivos de la visita es ver funcionando, tal como lo hicieron en su tiempo, tres de estas ruedas movidas por las aguas afanosas del río.

Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

La parte alta del complejo aparecía cerrada por el edificio que compartían la fundición y los servicios administrativos. La puerta de entrada, que fue remodelada en 1829, separaba este edificio del del Cuerpo de Guardia, destinado a un uso residencial y a albergar a la guarnición que custodiaba la Casa.

El proceso de fabricación daba comienzo con la llegada al complejo de los cargamentos de metal que, en muchas ocasiones, finalizaban aquí un largo viaje que había comenzado en las minas del Nuevo Mundo. Era el momento de pesar y comprobar su pureza. Un pequeño ejército de operarios daba los primeros pasos: el tesorero, el contador, el escribano o el portero mayor cumplían de manera minuciosa unos cometidos que también implicaban, por ejemplo, al juez de balanzas o al ensayador. El metal aceptado aguardaba en la Sala del Tesoro hasta que el tesorero lo pasaba al fundidor. Tocaba entonces realizar la aleación y verter el material fundido en unos moldes alargados llamados rieleras. De esos moldes salían las tiras de metal que las máquinas de laminar se encargaban de ir adelgazando hasta dejarlas del grosor de la moneda que se iba a fabricar. Una vez con el grosor adecuado, las láminas se pasaban entre los rodillos de acuñar y salían por el otro lado con varias monedas grabadas. El paso final consistía en recortarlas con tijera o con troquel guardando el material sobrante para fundirlo de nuevo. De grabar el canto de las monedas se encargaba una maquina llamada cerilla.

Cubiertas de pizarra de uno de los edificios que forman la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Cubiertas de pizarra de uno de los edificios que forman la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

Así fue, a grandes rasgos, como se fabricó durante 200 años el dinero que circuló por los dominios de España. La singularidad de esta ceca, a diferencia de las otras existentes, es que dependía directamente del Rey y no del Consejo de Hacienda. Y tan orgullosos estaban de su funcionamiento y modernidad que no era infrecuente que desde el Alcázar bajaran los reyes con sus más ilustres invitados a enseñarles cómo funcionaba su máquina del dinero. En esas ocasiones disfrutaban como niños haciendo troquelar medallas o monedas conmemorativas que dejaban a Europa con la boca abierta. Y a los monjes del Parral con los retumbos del martillo en el oído acompasando sus días de trabajo y oración. 

Azud sobre el río Eresma para llevar el agua a la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego
Azud sobre el río Eresma para llevar el agua a la Real Casa de Moneda. Segovia. Castilla y León. España. ©Javier Prieto Gallego

INFORMACIÓN. Real Casa de Moneda. C/ de la Moneda, s/n. Segovia. Web: Casamonedasegovia.es. Tel. 921 47 51 09. Precio general: 3€. Los miércoles, entrada gratuita. 


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Reportaje de Javier Prieto Gallego sobre la Real Casa de Moneda de Segovia publicada en EL NORTE DE CASTILLA.
Reportaje de Javier Prieto Gallego sobre la Real Casa de Moneda de Segovia publicado en EL NORTE DE CASTILLA.

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