Una visita al Palacio Real de Riofrío y su bosque adehesado (Segovia)

Fachada norte del Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
La visita al palacio real de Riofrío, en la provincia de Segovia, brinda una atractiva combinación de historia y naturaleza. Recuerda que reservar tus alojamientos a través de SIEMPRE DE PASO me ayuda a generar contenidos gratuitos de calidad para este blog.

El palacio triste

Gamos y porcelanas en el real sitio de Riofrío

 © Texto y fotografías:  JAVIER PRIETO GALLEGO  

Que a los poderosos se les vaya la pinza y se marquen obras faraónicas que no van a ningún lado -tipo aeropuerto fantasma, por ejemplo- no es algo nuevo. Viene dándose desde que los que manejan la pasta la gastan como si no fuera suya. Un ejemplo real -por ser capricho de reyes- es el palacio de Riofrío, sin ir más lejos. Campa -languidece, más bien- sobre una meseta rodeada de frondoso encinar desde que a la intrigante Isabel de Farnesio le entrara el picor de construir para su hijo, el infante Luis, un «rinconcito» en el que pasar sus días a la altura de su dignidad y boato. Es decir, que se diera un aire al palacio real de Madrid en cuanto a fachada y al de La Granja en cuanto a decoración, fuentes, jardines y lugares de esparcimiento.


 
El caso es que al infante Luis el capricho de su mamá no le dio ni frío ni calor y su mamá se murió habiendo pasado por allí dos veces en su vida: una para poner la primera piedra -costumbre también ancestral, a lo que se ve- y otra para ver qué tal. Al final, aquel capricho con ínfulas cortesanas quedó convertido, más que otra cosa, en un pabellón de caza reservado para el disfrute y solaz de nuestros más altos próceres y sus familias. Aunque no sólo, andando el tiempo incluso llegó a tener usos tan variopintos como el de fábrica de embutidos y secadero de jamones, en época de Alfonso XIII, lugar donde celebrar colonias y campamentos en el periodo de la Primera República, o albergue de la Sección Femenina durante la dictadura Franquista.

Fachada oriental del Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Fachada oriental del Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Puestos a mirar atrás, la historia de este palacio inacabado siempre tuvo mucho que ver con la caza. De hecho, este rincón a los pies de la sierra de Guadarrama estuvo desde un primer momento entre las preferencias del rey Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, para la práctica de esta actividad en el curso de sus estancias en el cercano palacio real de La Granja. El paraje, al abrigo de las frías corrientes de la sierra, con buenos pastos y una fronda densa era abundante en especies cinegéticas, algo sabido y aprovechado desde muy antiguo por los reyes y los nobles segovianos.

Tanto era el gusto que le fueron tomando a este cazadero que Felipe V terminó por alquilarlo, para su uso y disfrute, en 1724. Ese es el motivo de que Isabel de Farnesio se acordara de este lugar para poner en marcha un nuevo proyecto de palacio real que estuviera a la altura de la nueva corte que ella había imaginado para su hijo. La muerte de Felipe V, en 1746, supuso la subida al trono de Fernando VI, hijastro de Isabel que envió de inmediato a su madrastra al descansadero de La Granja, más que otra cosa para alejarla de la corte madrileña y dificultar al máximo sus acostumbrados tejemanejes.

Es en ese tiempo en el que Isabel de Farnesio, a falta de otras labores, se ocupó, sobre todo, de poner en marcha su ambicioso proyecto: terminó por comprar aquellos terrenos tan agradecidos e impulsó la construcción del palacio encargando el proyecto, en 1751, al arquitecto italiano Virgilio Rabaglio. Este, a instancias de la reina viuda, dibujó sobre el papel un completo proyecto de palacio real en el que no se disfrazan las ganas de parecerse al de La Granja. Es decir, de haberse construido entero el palacio que ahora se ve estaría rodeado de parterres con fuentes mitológicas, surtidores de fantasía y un montón de edificios en torno a la plaza de armas, que se abre frente a la fachada principal. Entre ellos estaban previstos una iglesia, un teatro, un pequeño convento, hospedería para invitados, cocheras, caballerizas, cuerpos de guardia y un largo etcétera. De todos estos edificios en la actualidad quedan los construidos en el ala oriental de la plaza. La muerte del rey Fernando VI en 1759 hizo que cambiara radicalmente la situación de Isabel de Farnesio: de «desterrada» en La Granja regresó al corazón de la corte como reina madre regente para acompañar con sus mañas el reinado del nuevo rey, su hijo Carlos III. Isabel de Farnesio falleció en 1766 sin ver finalizado un proyecto del que se había ido olvidando poco a poco.

Patio principal del Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Patio principal del Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Al final, la parte concluida del palacio terminó por convertirse en un sobredimensionado pabellón de caza al que los goterones deslucían más y más con el paso de los años. Este uso tuvo dos excepciones notables: los periodos en los que fue habitado como residencia por Francisco de Asís de Borbón, que, al parecer, buscó aquí alejarse de los ajetreos extraconyugales que mantenía Isabel II, y Alfonso XII que, triste de sí, se retiró durante cuatro meses al palacio tratando de ahuyentar la pena por la pérdida, a los pocos meses de casarse, de su primera mujer, María de las Mercedes. Estas dos estancias sirvieron, más que otra cosa, para impulsar la decoración de las dos alas más soleadas del palacio, claro que según gustos del XIX. El problema es que como ambos pasaban por momentos algo bajos en sus vidas lo que hoy se ve, papel pintado incluido, tampoco es que sea la alegría de la huerta.

Sea como fuere, la visita a este real rincón segoviano presenta notables alicientes. Por una parte, el paisajístico, enclavado a los pies de Guadarrama con el perfil de la serranía de la Mujer Muerta como telón de fondo. Por otro, el histórico. El edificio, aunque incompleto, no deja de ser una parte de la historia dinástica de España que merece la pena recorrerse por dentro. La visita, que se realiza siempre guiada, da comienzo en la capilla, el lugar en el que también comenzaron las obras. Después de atravesar el patio principal se accede a las escaleras imperiales. Están formadas por 44 peldaños de granito de una sola pieza y presentan un diseño de escalera doble, único en su género en España. En el piso superior quedan las estancias del palacio ubicadas en las dos alas más soleadas y habitables. Entre las particularidades que presentan está la de que cada una de las 18 habitaciones que se visitan aparece decorada con un estilo diferente. El único nexo en común son las deslumbrantes lámparas de cristal y los espejos realizados en la Real Fábrica de Cristales de La Granja.

Edificio de las caballerizas del ala oriental de la plaza de Armas. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Edificio de las caballerizas del ala oriental de la plaza de Armas. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Se recorren así, habitación por habitación, los 84 metros de cada uno de los lados que forman el cuadrado perfecto que es el palacio. Se suceden, como quien pasea ante un IKEA del siglo XIX, las salas de los cuadros, el salón del billar, el comedor, la sala de los retratos, la cámara oficial en la que el rey Alfonso XII despachó durante su estancia aquí en el verano de 1878, la sala de música, el oratorio, su dormitorio, el salón de los regalos de boda, la del servicio y, a continuación las estancias usadas por Francisco de Asís.

En las alas que nunca se acondicionaron para ser habitadas encontró acomodo el Museo de la Caza. No extraña que dada la vocación cinegética que enreda la historia de este lugar desde su principio hasta su fin, se reúnan aquí piezas, armas, cornamentas y sucedáneos que tratan de explicar la historia de esta actividad. Las estrellas del museo son, sin embargo, los 28 diaporamas -escenarios tras un cristal- en los que se componen escenas con animales cazados en distintas zonas de España y disecados por José Luis Benedito López, notable taxidermista del siglo XX, perteneciente a un familia con mucha tradición en esta técnica, que empleó cuatro años en su elaboración.

Bosque de Riofrío. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Bosque de Riofrío. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Un último aliciente, incluso el primero para quien no guste de refinamientos palaciegos ni faunas de relleno, es un paseo por el interior del bosque en el que se ubica el palacio. Dado el grado de protección que tiene, no es posible salirse de la carretera que lo cruza pero son cuatro kilómetros, desde la puerta de Madrid hasta la de Hontoria, que se pueden hacer andando.

Gamos en el Bosque de Riofrío. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Gamos en el Bosque de Riofrío. Real Palacio de Riofrío. Segovia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

El paseo es una buena oportunidad para disfrutar de un entorno adehesado que, en el fondo, ha sido cuidado durante tres siglos incluso con más mimo que el propio palacio. Abundan las encinas de gruesos troncos y porte añejo. Aunque, sin duda, lo que más abundan son los gamos y ciervos que aquí, rodeados por el cercado protector, llevan viviendo como reyes también varios siglos. Especialmente desde que cayó en desuso la afición de escopetearlos. La última batida de caza en el interior del recinto, un mano a mano entre Franco y su jovencísimo nieto Francis Franco, fue en 1968. Así que no sorprende que la superpoblación de ambas especies se haya convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los gestores del espacio. En la actualidad se calcula que entre unos y otros hay 860 ejemplares. Muchos más de los que se espera que queden en la próxima temporada, unos 152.

Así las cosas el paseo por la dehesa es también una buena oportunidad para avistar más o menos cerca los correteos de estos cérvidos, acostumbrados al trasiego de visitantes sin que se les incomode. Ahora, eso sí: es importante escoger el momento. Sus ratos de mayor actividad son los primeros de la mañana o los últimos del día. El resto del tiempo evitan los calores sofocantes y el gasto inútil de energía.


INFORMACIÓN Y ENTRADAS: https://entradas.patrimonionacional.es/es-ES/informacion-recinto/12/palacio-riofrio

VISITA AL PALACIO. Octubre-marzo, martes-domingo, 10-18 horas ; abril-septiembre, martes-domingo, 10-20.
VISITA AL BOSQUE DE RIOFRÍO. Está abierto desde las 8 horas hasta la puesta de sol.
PRECIOS. La entrada al palacio da derecho a permanecer durante todo el día en el Bosque de Riofrío -hay bancos, mesas y fuentes en las que se puede comer-. Entrar a la dehesa con el coche, sin entrar a visitar el palacio, cuesta 4 €. El paseo por la carretera de la dehesa, dejando el coche fuera, es gratuito. Los miércoles y jueves de 15 a 18 horas (octubre a marzo) y de 17 a 20 horas (abril a septiembre) la entrada es gratuita para ciudadanos de la Unión Europea y ciudadanos iberoamericanos.»


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9 Comments

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  1. Muchísimas gracias Carlos por la información y por enriquecerlo con sus datos. Me alegro de que le haya interesado y, desde luego, lamento el error. Paso a corregirlo de inmediato.
    Un saludo
    Javier Prieto

  2. says: Carlos ramos Benedito

    Buenas noches Javier.
    He leído su blog, el del Palacio de Riofrío, pero hay una error, no fue mi bisabuelo, Luis Benedito quien hizo los dioramas del Palacio, fue su hijo, José Luis Benedito López, en el año 1965, y terminó la obra en el año 1970, tardo cinco años. Junto con mi abuelo, trabajo Emilio Ruiz del Río.
    Pero ni mi tío bisabuelo, José Maria Benedito ni mi bisabuelo, Luis Benedito hicieron Riofrío. Ellos el Museo de Ciencias Naturales de Madrid y el de Cantabria.
    Un saludo
    Carlos Ramos Benedito

  3. says: carlos ramos benedito

    Buenas noches Javier.
    He leido su blog sobre Riofrío, como me alegra que haya ido a ver el Palacio.
    Todo lo que usted escribe sobre el Palacio y su historia es cierto, pero hay un error
    muy grande, referente a mi familia, la familia Benedito y usted como periodista que es
    deberia rectificar. No fueron Luis y jose Maria Benedito los autores de la obra de Riofrío, fue el hijo de Luis Benedito, Jose Luis Benedito Lopez, mi abuelo, quien hizo, junto con Emilio Ruiz del Rio los dioramas del Palacio. Emilio fue el maquetista, quien dibujó los paisajes, y mi abuelo los dioramas.
    Espero que le haya gustado.
    Jose Maria Benedito, y Luis Benedito trabajaron para el museo de Ciencias Naturales de Madrid, Jose Maria experto en aves, Luis en mamíferos.
    Un saludo.
    Carlos Ramos Benedito