Una visita al pozo de la nieve del puerto de Casillas: cómo y para qué se usaba (Ávila)

Interior del Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Interior del Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Aunque ahora no lo parezca, el hielo fue un producto de lujo hasta la invención del frigorífico. Hasta ese momento para conseguirlo había que esperar a que cayera del cielo, guardarlo y después llevarlo a vender. La mejor forma de comprender hasta qué punto esto era una laboriosa industria es realizar el bonito paseo que lleva hasta el pozo de la nieve reconstruido en el puerto de Casillas, en lo alto del Valle de Iruelas (Ávila). Aquí te cuento cómo llegar. Recuerda que reservar tus alojamientos a través de SIEMPRE DE PASO me ayuda a generar contenidos gratuitos de calidad para este blog.

CAMINOS DE HIELO

Una visita al pozo de la nieve del puerto de Casillas para recordar cómo era la industria del hielo

© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO

Hace algo más de cien años tomar un café con hielo era un lujo impensable. No sólo por el valor del café, que también, sobre todo por el del hielo. Hasta los albores del siglo XX disponer de hielo en la nevera sólo estaba al alcance de unos pocos, aquellos que podían pagarse la infraestructura para conservarlo y el ejército de personas que se requería para obtenerlo. ¿Cómo? Ya los árabes, pioneros en la invención de la vida sibarita, construían pozos para almacenar la nieve que caía del cielo en torno al año 1100. Con acierto, dedujeron que la mejor manera de preservar la nieve de los rayos mortíferos del sol era enterrarla bajo una gruesa capa de tierra que hiciera de aislante.

Interior del  Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Interior del Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Llegado el siglo XVIII, el mecanismo se había refinado bastante. En el sur de la provincia de Ávila, aprovechando el murallón montañoso que delimita la meseta y forma el Sistema Central, se construyeron un buen número de estos pozos, en torno a los 1.000 metros de altitud, en lugares estratégicos donde nevara con frecuencia en invierno y fuera fácil el acceso para su posterior trasiego. Uno de estos pozos neveros situado en la vertiente septentrional del Pico Casillas, en lo más alto del valle de Iruelas, fue rehabilitado en 1998 por el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Ávila y su visita es toda un lección sobre los trabajos que la técnica y la tecnología ha barrido, por suerte, de la faz de la Tierra. Al menos en nuestro entorno más cercano.

Este Pozo de la Nieve, que así se llama, ilustra con un pequeño cartel plantado en una de sus fachadas sobre el laborioso proceso de disfrutar del hielo. Primero era preciso buscar el terreno ideal: unas praderas a suficiente altitud como para que nieve y haga frío y con espacio para ir acumulando la que caiga en los alrededores. Allí se cavaba un pozo grande, de cuatro a seis metros de ancho y entre seis y diez de profundidad. Para asentarlo sus paredes se forraban con mampuestos de granito y, para evitar que el fondo del pozo se embarrase con los deshielos, se construía un entablamento por debajo del cual se realizaba el desagüe. Una vez hecho el agujero-almacén se levantaba a su alrededor el edificio de piedra que lo albergaba y servía de vivienda también al ejército de operarios necesarios para que la industria fuera rentable. Después era cosa de esperar la nevada y comenzar el trajín.

Panorámica desde el puerto de Casillas. Sendero al Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Panorámica desde el puerto de Casillas. Sendero al Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

Éste consistía en ir amasando grandes bolas de nieve compacta que eran arrojadas al interior del pozo, donde otros operarios –neveros, como se llamaba al oficio- se encargaban de ir formando capas de hielo que, cada metro y medio de grosor, recubrían de helechos o retamas para reforzar el efecto aislante. El tiempo de la venta llegaba en primavera y verano, que es cuando la demanda crecía, sobre todo encaminada a la conservación alimentaria y también a la terapéutica. Tocaba entonces cargar la nieve en una reata de burros y bajar a todo trapo en medio de las cortas noches de verano para realizar el comercio por los pueblos del entorno antes de que despuntara el alba y la mercancía acabara convertida en un charco sin valor.

EL PASEO

El paseo, además de instructivo y fácil es realmente hermoso. El puerto de Casillas se alcanza desde la vertiente abulense por la pista asfaltada que, tras pasar el poblado de las Cruceras, sigue el ramal izquierdo de la bifurcación. El de la derecha indica a Rinconadas. La pista recorre la Garganta del Iruelas hasta que a cinco kilómetros de la bifurcación finaliza el asfalto y el firme pasa a ser de tierra, pudiendo estar en ocasiones impracticable para un vehículo normal. Desde aquí hasta lo alto del puerto quedan cinco kilómetros de subida por la pista que, si se realizan a pie, llevan algo más de una hora. Nada más coronar el puerto surge, hacia la izquierda (el este) la senda que conduce sin pérdida hasta el Pozo en otros cuatro kilómetros sin desnivel y unos 75 minutos.

Señalización del sendero del  Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;
Señalización del sendero del Pozo de la Nieve del Puerto de Casillas. Pozo de la Nieve. Ávila. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego;

El arranque lo vemos junto al monolito con forma pentagonal que señala los límites de la Reserva del Valle de Iruelas. La senda montañera se encamina desde ahí hacia el bosquete de pinos repoblados que se ve al fondo. No es, ni de lejos, la vegetación predominante en estas altitudes de la sierra, dominadas, sobre todo, por la presencia de piornos y brezos, mucho mejor adaptados a las duras condiciones climáticas.

Discurriendo más o menos por la curva de nivel de la montaña, no tardan en aparecer enormes afloramientos de granito claramente modelados por el viento, el agua y el hielo. Es la antesala del paisaje más abierto que aguarda algo más adelante: las amplias praderas, bien servidas de agua, que el ganado disfruta como pasto de altura en verano. En invierno es la bandeja en la que cae la nieve con la que se alimenta la tripa del pozo que se ve junto a ellas.


EN MARCHA. El acceso hasta el Puerto de Casillas, donde se encuentra situado el Pozo de la Nieve, se realiza por el valle de Iruelas, hasta donde se puede llegar desde Ávila por la N-403 en dirección a Toledo. En el embalse de Burguillo se encuentra el desvío señalizado hacia Iruelas.
EL PASEO. Desde donde acaba el asfalto de la pista hasta lo alto del puerto hay cinco kilómetros. Desde lo alto del puerto hasta el Pozo, otros tres. La ida, puede llevar una hora y cuiarto. El sendero está señalizado con pequeños hitos de piedra. El edificio en el que se encuentra excavado el pozo acostumbra a estar abierto para que pueda visitarse por dentro.

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INFORMACIÓN. Casa de la Reserva Natural del Valle de Iruelas: Tel. 918 627 623. Puedes DESCARGARTE AQUÍ el folleto en PDF de la reserva con la información detallada de la ruta y un croquis del paseo.


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